Pymes y grandes empresas
Es de sobra conocido que el tejido industrial de nuestro país está compuesto por una inmensa mayoría de pymes casi anónimas y unas pocas grandes empresas que le suenan a todo el mundo. Los políticos lo reivindican cuando les viene bien –mucho en esta época, precisamente- y se olvidan el resto del tiempo, como si la cosa no fuera con ellos. Pero de vez en cuando hay alguien que recuerda algo parecido a que “el desarrollo de la economía y el consumo del país se sostiene con las primeras y no con las segundas”.
De las segundas todo lo que tenemos son noticias de comportamientos abusivos por aquí y por allá –léase eléctricas o compañías de telecomunicaciones, por ejemplo- reacomodamiento en consejos de dirección de esos mismos políticos que ayer eran sospechosos de darles trato de favor y, eso sí, cuando se habla de resultados, millonarias cifras de beneficios, esté la economía boyante o no. Y, ya en pequeña escala y de un modo más privado, tenemos también noticias a veces de absurdas burocracias internas que debilitan la relación con clientes y proveedores o políticas corporativas muy envanecidas y pagadas de sí mismo, que te dejan la sensación de que viven en una realidad distinta y que ellas mismas creen definitivamente superior.
Tal vez por eso uno se alegra de que no haya demasiadas, aunque por eso mismo también se arroguen el poder que no se merecen. Uno se siente más cómodo entre pymes, a las que la digitalización y la internacionalización les suena muchas veces a quimera inalcanzable, porque no tienen tiempo para detenerse un momento y mirar en el futuro, de tan agobiante como les resulta el presente. Reivindicar el papel de ese tejido empresarial es importante para recalcar la importancia de establecer políticas que piensen en ella.
Este mismo mes se ha aprobado el Marco Estratégico en Política Pyme 2030, nombre grandilocuente que quiere favorecer su crecimiento y apoyar precisamente su acceso a la digitalización y la internacionalización. Está dotado con 456 millones de euros y otra de sus líneas está enfocada a “actuaciones de mejora de la eficiencia energética y reducción del consumo de energía final”.
Las empresas de instalaciones eléctricas, telecomunicaciones y energías renovables que forman parte de Aselec responden bien a ese modelo y encajan bien también con esas necesidades. Y todos los que estáis al frente de ellas sabéis que nadie os va a regalar el presente, si no hacéis lo posible por adelantaros al futuro cada día un paso más. El empresario de una pyme instaladora de hoy en día sabe mejor que nadie que la llave del éxito en el negocio responde muchas veces a la frase “cambiar todo para que nada cambie”.
Luis García
Periodista especializado en el sector eléctrico – Instaladores 2.0